Value investing austro-fundamentado

Son pocos los libros de inversión que abiertamente conectan las ideas del valor intrínseco de un activo con una teoría económica que permita analizar mejor el entorno circundante y tomar decisiones más racionales. Uno de estos libros es Investing for the long term del exitoso empresario español Francisco García Paramés (https://www.cobasam.com/es/quienes-somos/), que nos introduce en el mundo del value investing austro-fundamentado.

Además de presentar una síntesis sobre los aportes teóricos de grandes representantes de la Escuela Austríaca como Menger, Mises, Hayek, Rothbard y Huerta de Soto, en el cuarto capítulo, el autor explica los principios económicos con los que analiza los contextos. Nos atrevemos a comentar algunos de ellos en forma muy breve con el propósito de guiar a nuestros lectores, pero debemos advertir que muchos de estos conceptos son contrarios a los enseñados en escuelas mainstream de economía y negocios; veamos.

Entiende la dinámica

El mercado aglomera las preferencias de un gran volumen de personas. Los participantes seleccionan de forma voluntaria los cursos de acción que les son más óptimos para alcanzar sus metas y que nadie conoce mejor que ellos mismos, y asumen los beneficios y costos de sus elecciones.

Ninguna “solución” intervencionista por parte de una autoridad que se atribuya la hazaña de haber centralizado toda la información de los mercados para orquestarlos puede producir un resultado conjunto más eficiente que el que surge a partir de la libre interacción entre millones de personas. Sí puede, en cambio, lograr ilusiones de corto plazo favorables para algunos grupos de interés en detrimento del bienestar de un gran número de agentes.

Es necesario indicar que no sólo el volumen espeluznante de información hace imposible que un órgano rector regule sin causar enormes daños como contracara, sino también la variabilidad de esa información, dado que puede alterarse en fracciones de segundo, es no articulada y quizás ni siquiera se haya generado en el momento en que se dice haberla recogido. En otras palabras, la acción humana no puede ser “captada” por ningún planificador central ni por modelos matemáticos construidos a partir de la historia, porque siempre habrá esfuerzos emprendedores basados en conocimiento nuevo que provoquen cambios impredecibles y que tiendan a buscar equilibrios temporales distintos.   

Con este contexto en mente, debemos procurar evitar negocios cuyos entornos estén muy intervenidos y aprender a ser pacientes para aprovechar el momento en que una oportunidad de cambio importante se vislumbre.

Busca el impulso productivo

Tal como han explicado los grandes teóricos austríacos, los cimientos de la prosperidad genuina son el ahorro y la especialización porque impulsan la productividad de una economía. En tal sentido, un marco institucional protector de estos factores es fundamental para promover el desarrollo.

En nuestro rol de inversores, debemos aprender a diferenciar un crecimiento genuino y sostenible, con base en el ahorro y la productividad, de un crecimiento ilusorio e inestable generado a partir de deuda y saqueo. El primer tipo sienta las bases de una inversión en valor prometedora; el segundo, las destruye.   

Sé consciente del daño que causa la manipulación monetaria

Entre las contribuciones más grandes de la Escuela Austríaca está la teoría de los ciclos económicos causados por la expansión monetaria y crediticia que propician bancos centrales y gobiernos en todo el mundo. De hecho, es la única teoría que explica las causas de la creación y posterior estallido de las burbujas financieras.

Las fidedignas tasas de interés que reflejan las preferencias temporales de los participantes en un mercado son muy distintas de las creadas y manipuladas artificialmente desde la política. Además de controlar las reservas de los bancos y de implementar operaciones de mercado abierto, los gobiernos y bancos centrales, con total anuencia de los banqueros comerciales, manipulan las tasas de interés para así controlar el crédito y la oferta monetaria a su favor.

En general, los gobiernos se benefician de las depreciaciones paulatinas de las monedas porque esto les permite pagar sus obligaciones en unidades monetarias de un valor cada vez menor en el futuro, lo cual también supone para ellos un menor esfuerzo para obtenerlas. Si se permitiera a las economías seguir su curso deflacionario normal, sin manipulación política del dinero, las deudas gubernamentales tendrían que ser pagadas en unidades monetarias cada vez más valiosas, cuya adquisición además exigiría un mayor esfuerzo.

Sobre la base de lo expuesto, debe ser claro que las monedas fiduciarias pierden valor en el tiempo por conveniencia de las élites de poder. Entonces, ¿por qué tendríamos nosotros que mantener en cartera bonos públicos o activos financieros que paguen montos fijos expresados en un dinero que se deprecia de forma continua? Lo que nos sugiere el autor del libro es que tengamos la mayor parte de nuestro portafolio en activos reales y una pequeña fracción en bonos o activos financieros, sólo para cubrir necesidades de liquidez muy particulares.    

¡El tiempo es el rey!

Los economistas austríacos exaltan la virtud del sacrificio actual en aras de alcanzar un futuro mejor: ahorrar (sacrificar el consumo de hoy) mejora la productividad y, con ella, el bienestar posterior. En sintonía con este pensamiento, García Paramés nos sugiere sacrificar los retornos inmediatos cuando comencemos a invertir y aprender a mirar más allá del momento inicial; el largo plazo es el gran aliado del value investing.

            Por: El staff de asesores de Zettabright.



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